Dónde se ha escondido ese calor que incendió nuestra imaginación.
Se apagó
dejando en el colchón dos fantasmas presos de los días y el reloj.
Y se olvidó
de tí, se olvidó de mí, se ha olvidado de los dos...
Se ha
olvidado de las veces que juré, se ha olvidado que eras tú mi perdición, se ha
olvidado y yo no sé por qué de que vuelen mariposas en la habitación...
He olvidado
que la vida va pasando, he olvidado que tu tiempo y mis engaños se abrazaron
una vez, he olvidado que al amor se le olvidó mentir.
Todo acabó
deprisa, se congeló la brisa.
No dijo nada
extraño, no quiso hacerme daño, pero el miedo pesa más que la razón.
Y yo, que
soy un perro que no tiene dueño, me escapé, corrí como un niño pequeño, recordé
que a veces el mundo va en serio.
Quisimos
evitarlo, quizás disimularlo, éramos cobardes, solo dos cobardes.
Culpables e
inocentes, de sueños diferentes, pero se perdonaban hasta la verdad.
Tú jamás
pensaste que me lo dirías, pero yo dije más de lo que debía.
Nos cegó la
luz de aquel último día.