Los sentimientos, son una mezcla de sensaciones que no
pueden explicarse, a veces ni siquiera podemos entenderlos, pero ahí están,
unas veces para alegrarnos la vida y otras para partirnos el alma en mil
pedazos.
Son emociones que no pueden controlarse ni negarse, pero si
esconderse detrás de una sonrisa o una lágrima; pero cuando se siente, el
corazón no miente.
Tampoco puede inventarse un sentimiento, no podemos pedirle
al corazón que sienta, si nuestra alma no ha encontrado en el otro algo que nos
estremezca y nos erice la piel.
No podemos entender un sentimiento si no lo hemos
experimentado…
¿Cómo se hace para explicar con palabras lo que se siente
cuando la dulzura de unos labios te hace temblar?
O cuándo una mirada acompañada de una caricia te traspasa el
corazón?
¿Cómo se hace para decirle “NO" a un sentimiento,
cuando una palabra de amor, acompañada de un te amo, te iluminan el alma?
Es imposible, porque la magia de un sentimiento es lo único
que nos puede dar la certeza de que estamos vivos, de que no solo somos capaces
de sentir lo que el otro nos brinda, sino que también somos capaces de
despertar el mismo sentimiento en los demás.
Las palabras, son esa cárcel de significados, de
sentimientos, de emociones, de ideas… Las palabras que marcan nuestras vidas,
esas que nos hacen sentirnos bien o mal.
Las mismas que a veces nos hace falta escuchar, las que nos
confunden en muchas ocasiones, las que se adueñan de nosotros, las que nos
hacen soñar.
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